Ahora me encuentro en el centro del abismo que yo misma, sin querer, me construí, en un presente gris, y en un futuro aun más negro. Donde mirar hacia atrás duele, duele mucho.
Me equivoqué y puede que sea demasiado tarde como para poder remediarlo. Quizá fue por esa confianza en mi misma que nunca tuve, por creerme incapaz o por simple comodidad. Por mis inseguridades o por mi baja autoestima.
Y quisiera gritar, llorar, quitarme esa soga que se ciñe sobre mí, esa presión que poco a poco se va haciendo insoportable. Pero no es tan fácil, mi orgullo me lo impide. Es mucho más sencillo ponerse esa máscara tan usada llamada felicidad, dibujar una sonrisa a medias en tu rostro, hacer pensar que todo va bien, que tú estás bien, antes que mostrar tus debilidades, tus errores, tu verdadera alma. Que estoy rota por dentro, que no soy feliz, que tengo miedo.
Impotencia, rabia, temor y dolor en una misma mezcla, como una bomba de relojería pendiendo de un hilo.
¿Cuánto tiempo hay que esperar para que se cierre una herida?
Quizá, algunas preguntas nunca tengan respuesta...
Dime que es mentira todo,
Un sueño tonto y no más
Me da miedo la inmesidad
Donde nadie oye mi voz.
Un sueño tonto y no más
Me da miedo la inmesidad
Donde nadie oye mi voz.
Monstruo de papel, no sé contra quién voy.
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