sábado, 22 de octubre de 2011

Me llaman Octubre.


Octubre nunca fue un mes feliz para mí. Odio sus cambios de hora, que reducen mis horas de sol. Odio su frío repentino, que cala el tuétano de mis huesos y me hace temblar. Odio el suicidio de sus hojas, que inundan las calles recordándonos que todo tiene su principio y su final. Pero sobre todo odio su monotonía y su tedio y que además, viene de la mano de recuerdos innombrables, lejanos. Puntos que, como gotas de lluvia golpean la ventana de mi memoria, se deslizan y terminan por evaporarse.
Es cierto que nunca me gustó la soledad otoñal y que mirar atrás siempre me resultó mareante, por eso odio las carreteras de su calendario, que me conducen irremediablemente a tiempos pasados: "para, llena el depósito de tu melodrama y continúa el camino"- rezan sus carteles.
Pero aquella vez conseguí salirme por la tangente. Varias vueltas de campana, contusiones profundas, meses de convalecencia y amnesia selectiva. Ese fue mi pronóstico reservado. Tú fuiste mi accidente tonto. Y el tiempo mi morfina más efectiva.
Aquí hora llueve, imagino que allá donde tú estés brilla el sol.
Y mientras yo me permito el lujo de brindar por mi salud, tú terminas de hundirte en el fango mar de aquel verano. Que aproveche.



And I'll gamble away my fright and I'll gamble away my time.
And in a year, a year or so this will slip into the sea.