jueves, 24 de febrero de 2011

Carta a todas tus catástrofes

Te odio por todas las veces que me he arrastrado hasta ti en vano,
por todo a lo que tuve que renunciar, por haberme dejado llevar.
Te odio por todas las noches en las que dormí mojando mi almohada,
por todo aquello que no dijiste a tiempo,
por todo lo que nunca supiste darme.
Te odio, por no haberme escuchado gritar de impotencia,
por no haber aparecido cuando llamaba a tu puerta, ni haberme ayudado a levantarme justo cuando más lo necesitaba.
Te odio por tu puta indiferencia, por tu absurda inmadurez y por tu falta de valor,
por haber pasado impasible ante mis lágrimas y por tu facilidad para olvidarlo todo
Te odio la forma en la que me besabas, por la forma en la que decías mi nombre y por todos esos recuerdos que siguen atormentándome.
Te odio, por haberte amado completamente a ciegas y por seguir siendo incapaz de dejar de hablar de ti. Por haberte ido y haberme dejado sola con tu recuerdo.
Te odio, porque aunque no quiera aceptarlo hay una parte de mi que sigue echándote de menos...
Hoy solo pido que te vayas de aquí de una puta vez. Que dejes de importarme, que seas un borrón difuso en mi mente, un simple recuerdo indoloro. Juntar los retales de mi vida, cerrar mis heridas. Pero parece ser que pido demasiado.
Quiero empezar (a aprender) a vivir otra vez, pero sin ti.
Mi odio crece a cada movimiento de la manecilla del reloj, mientras el vacío en mi interior se hace cada vez más y más insoportable.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Retales

Ya no te espero, ni paso las horas muertas mirando el reloj, tu recuerdo cada vez duele un poquito menos y cada día soy un poco más optimista, pero a pesar de ello se me hace raro no volver a verte, que no aparezcas por aquí como tantas otras veces hiciste sin ni siquiera esperarlo, que sin ser consciente, hace ya casi cinco meses, estuviéramos disfrutando de nuestros últimos momentos juntos y que lo más probable es que, por gracia o por desgracia, nunca más nos volvamos a ver. Nuestro último abrazo, nuestro último beso. Pero no es a ti a quien echo de menos, tú ya no eres esa persona de la que un día me enamoré, o por lo menos no lo pareces. Echo de menos aquel chico que con sólo una palabra me hacía reír, aquel con el que los problemas no existían, que me lo daba todo a cambio de nada, pero ese yo desapareció de la noche a la mañana, se fue, sin decir adiós y lo único que dejó fueron los reproches que nunca te atreviste a mostrar, los problemas que nunca quisiste solucionar, ese valor para enfrentarte a la realidad que siempre te faltó, y un vacío abismal, un enorme agujero que aún estoy tratando de cerrar. Pero no te culpo, quizá estábamos tirando de un amor roto y sabíamos que este final, tarde o temprano, iba a llegar aunque nos empeñáramos en taparnos los ojos. Tampoco te voy a negar que yo también cometí mis errores contigo pero a diferencia de ti, supe tragar mi orgullo y pedir perdón cuando tú, mientras veías como mangoneaba mi dignidad y mis principios y me arrastraba por ti, diste todo por perdido a la primera de cambio y créeme que nunca imaginé que fueras capaz de hacerme tanto daño como el que me has llegado a hacer.
Pero te mentiría si te dijera que en cierto modo no supiera que esto es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, dejar de sufrir por ti y empezar a disfrutar, otra vez aunque cueste, y en ocasiones como esta cueste demasiado...

sábado, 19 de febrero de 2011

Little by little.

Dicen que después de la tormenta, el sol siempre vuelve a salir, que por muchos obstáculos que se crucen en el camino, al final siempre encontrarás el correcto, que lo que no mata, te hace más fuerte. Que al final, todo pasa.
Quizá haya llegado el momento de colocar ese punto y final a nuestra historia, de pasar página y mirar hacia delante, de dejar de echar alcohol sobre las heridas, dejar de echarte de menos y lanzar al aire preguntas sin respuesta. Y es que todo llega a su límite y yo ya he encontrado el mio, y aunque se me siga haciendo raro no querer buscarte y aunque a veces, solo a veces, tu recuerdo vuelva a mi cabeza, he decidido sacar fuerzas de flaqueza y levantarme de una vez por todas y a pesar de que me duela, asimilar que ya no vas a venir, ni vas a llamar a mi puerta, como tantas otras veces lo hiciste. Tu silueta, por fin, se va desvaneciendo.
Porque ahora sí, parece que las heridas han comenzado a cicatrizar de nuevo.

lunes, 7 de febrero de 2011

El peso del pasado

Quizá fuera culpa del alcohol, que emborronó mis pensamientos, o que llevaba mucho tiempo sin sentir esa sensación otra vez, que necesitaba otros brazos a los que agarrarme, otra piel donde refugiarme. La verdad es que no sé si en realidad intentaba curar mis heridas, empezar de cero, pasar página de una vez por todas o en el fondo era una simple y retorcida venganza para ver si así se abrían las tuyas, pero sin embargo allí, a varios grados bajo cero, a miles de kilómetros de ti y de tus recuerdos, de tu calor, de tus manos, de tu olor... apareciste tú, tan perfecto como siempre, ganando la partida una vez más. Tú, frente a mí, ahora que parecía que por fin te habías ido.
Y ahora resulta que quieres volver, que eres tú el que lo pasa mal, ahora eres tú el que viene a buscarme, cuando ya estaba cansada de huir de ti, cansada de buscarte inútilmente una y otra vez sin encontrar respuesta alguna. Ahora, precisamente ahora dices que te ahogas, que no puedes más.
Ahora que yo ya estaba empezando a curar mis heridas, no hagas que vuelva para curar las tuyas.

He was close, close enough to be your ghost...