sábado, 31 de diciembre de 2011

Te voy a hacer bailar toda la noche.

Se supone que ahora llega el momento de hacer esa típica lista de propósitos de año nuevo. Saldré todos los días a las ocho de la tarde a correr por la orilla del río y además me apuntaré al gimnasio: prometo no fallar ningún día, no volveré a cometer los errores de este año, no cometeré excesos, fuera grasas y fuera malos rollos, estudiaré chino y ya de paso árabe, hincaré los codos como nunca y, por supuesto, terminaré ese coleccionable odioso que sacan todos los eneros. La típica y ridícula lista. Esa misma que este año me he propuesto tirar a la basura y quemar y luego, ya de paso, hacer volar sus cenizas. Por que no me da la gana hacer un planning de cómo voy a ser estos próximos 366 y porque al final la cabra tira p'al monte. Porque a lo mejor algún día llueve y no me apetece salir a mojarme, porque puede ser que el chino y el árabe no vayan conmigo o porque, qué coño, me gusta pegarme atracones a horas indebidas, beber y gandulear. Que bastante tengo con que unos desconocidos recorten mi futuro como para empezar a hacerlo yo, y que si los mayas aciertan y este año se acaba el mundo, quiero que por lo menos, me arrepienta lo menos posible de las cosas que no he hecho.
Y no, tampoco voy a hacer una lista de lo  mejor y lo peor de ese 2011. Lo pasado pasado está y con lo bueno me quedo, que todas las caídas y sus respectivas heridas me han enseñado el camino que he de escoger de ahora en adelante.
Brindemos esta noche, por un año más, un año menos. Y a seguir sumando, que nos lo hemos merecido.


Subimos hasta el cielo, caímos hasta el fondo, 

lo apostamos siempre todo
bailando,danzando entre los muertos 
al son de los cascabeles.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Oh, please don't drop me home.

Viajar. Volar. Desconectar. A veces es necesario poner un paréntesis, darle al pause después de que tu vida haya ido durante bastante tiempo a más velocidad de la debida. 
Conocer otros lugares, otras personas. Liberar y dejar que tu mente vuele contigo, más allá de los horizontes que antes conocías. Enamorarte de una ciudad, de un paisaje, de un momento, un helado, una pizza. Pequeñas cosas. Es entonces cuando te das cuenta de la fugacidad de las cosas, cuando verdaderamente las disfrutas. Instantes, que nunca volverán, únicos, plasmados en fotos, imborrables en tu memoria, pero no, nunca volverán. Podrás regresar al mismo lugar, pero las sensaciones siempre serán distintas. Experiencias.
Y ahora llega el bajón postviaje pertinente, la vuelta a la monotonía y a la rutina, las ganas irrefrenables de coger otro avión. Será porque los buenos momentos nunca nos parecen lo suficientemente largos.
Ciao Italia, ci vediamo presto.










Take me out tonight, take me anywhere, I don't care.