sábado, 13 de noviembre de 2010

Mi fragilidad

Cómo seguir, si los cimientos sobre los que has construido tu nueva vida se van desmoronando, si te has cerrado puertas a ti misma que quizás nunca se abran, si todo en lo que creías no era más que en simples espejismos que ahora se van desvaneciendo, si me he dado cuenta de que era verdad eso de que los males nunca vienen solos, si ves que tu sueño se esfuma sin más.
Ahora me encuentro en el centro del abismo que yo misma, sin querer, me construí, en un presente gris, y en un futuro aun más negro. Donde mirar hacia atrás duele, duele mucho.
Me equivoqué y puede que sea demasiado tarde como para poder remediarlo. Quizá fue por esa confianza en mi misma que nunca tuve, por creerme incapaz o por simple comodidad. Por mis inseguridades o por mi baja autoestima.
Y quisiera gritar, llorar, quitarme esa soga que se ciñe sobre mí, esa presión que poco a poco se va haciendo insoportable. Pero no es tan fácil, mi orgullo me lo impide. Es mucho más sencillo ponerse esa máscara tan usada llamada felicidad, dibujar una sonrisa a medias en tu rostro, hacer pensar que todo va bien, que estás bien, antes que mostrar tus debilidades, tus errores, tu verdadera alma. Que estoy rota por dentro, que no soy feliz, que tengo miedo.
Impotencia, rabia, temor y dolor en una misma mezcla, como una bomba de relojería pendiendo de un hilo.
¿Cuánto tiempo hay que esperar para que se cierre una herida?
Quizá, algunas preguntas nunca tengan respuesta...





Dime que es mentira todo,
Un sueño tonto y no más
Me da miedo la inmesidad
Donde nadie oye mi voz.

Monstruo de papel, no sé contra quién voy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario