martes, 26 de octubre de 2010

En otro tiempo, en otra ciudad.

Y llegó el frío. La ciudad cambia y con ella las calles, los días se acortan y las noches se alargan. Ahora tus pasos dejan el crujido de las hojas secas y marchitas que caen de los árboles, que van desnudando sus ramas ante un invierno cada vez más próximo. Te vas poniendo capas cual cebolla para que el frío no llegue a tus huesos. Pero aun así lo sientes, lo llevas clavado en tu espina dorsal, te recorre de arriba abajo y no puedes hacer nada por evitarlo. Y todo lo que giraba a tu alrededor se desmorona sin más. La ciudad ya no es la misma, ya no parece tu ciudad, las calles han perdido su encanto, echas de menos ese sol que antes te calentaba...

Y ahora dicen que es el tiempo el que nos cambia el humor, que es el Sol, que hace que liberemos una serie de sustancias que nos bajan el ánimo, que son los colores marrones que nos dan somnolencia o que hay una mosca que se tira pedos lacrimógenos y te hace llorar.

Y puede que no sea el otoño. Quizás no sea el sol lo que echo de menos, ni sea él el que me da el verdadero calor que necesito. Quizás la ciudad y sus calles no hayan cambiado... si no que ahora parecen vacías, sin vida. Quizás sea porque desde que te fuiste todo es diferente.


Canción: "Copenhague", de Vetusta Morla. Inspiración y terapia.



El valor para marcharse,
el miedo a llegar.

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